In memóriam, Carlos Gaviria Díaz
7
tesis sobre un gran Maestro
El tributo más grande para Carlos Gaviria, es
continuar con su legado de Justicia Social, Paz y Democracia.
Por: Juan Felipe González-Jácome.
Hace
unas pocas semanas, falleció en la ciudad de Bogotá, el que era considerado uno
de los más grandes juristas y maestros de nuestro país: Carlos Gaviria Díaz; quien
no solamente primó por su grandeza teórica y académica, sino también, por su
decida militancia en la izquierda colombiana. En otras palabras, Carlos Gaviria
no solamente es la representación del emérito jurista y magistrado (lo que
escasea por estos tiempos), sino que también, y primordialmente, es la síntesis
de un hombre Demócrata y de Izquierda.
El
11 de marzo del presente año, Gaviria realizó su última conferencia académica
en las instalaciones del Gimnasio Moderno de Bogotá. Allí, expuso una ponencia
titulada “Educar para la democracia”, en donde, desde mi perspectiva, sintetizó
gran parte de la apuesta teórica y política que construyó en el largo trasegar
de su vida.
A
manera de tesis, y bajo una pretensión de homenaje, quisiera presentar los
puntos que, en mi entendido, revisten mayor relevancia en cuanto a la
exposición que otrora el Maestro Gaviria realizara en el Gimnasio Moderno.
Educar
para la democracia
I.
Carlos
Gaviria siempre fue ante todo un docente, dedicó poco más de 30 años a impartir
clases universitarias en la Universidad de Antioquia, y siempre adujo que su
más preciada labor era la de ser un maestro. Su afinidad por la filosofía
liberal y laica, lo llevo a estudiar detenidamente a las grandes mentes del
pensamiento liberal e ilustrado, desde la “oración
por la dignidad humana” de Pico della Mirándola, pasando
por Rousseau, hasta la filosofía Kantiana que tanto admiraba. A partir de un
sinnúmero de disertaciones, acogió la tesis de que para educar en la democracia
era imprescindible educar en la autonomía. Tal como lo mencionara Rubén Jaramillo,
“el meollo de la ilustración lo constituye la experiencia de la autonomía”, ya
que es a partir de allí, donde el sujeto no solo avizora horizontes utópicos,
sino que se pone en la brega de hacerlos realidad.
II.
Así mismo, Gaviria fue a su vez un radical crítico de
la pedagogía hegemónica en nuestro sistema educativo neoliberal. Para él,
educar para la democracia, implicaba en primicia que el educador jamás perdiera
su posición de educando, ya que como lo dijera Marx en su tesis III sobre
Feuerbach: “el propio educador necesita ser (constantemente) educado”. Es así,
como no solamente se predica partidario de una labor pedagógica profundamente
dialéctica, sino que también encuentra fundamental que la construcción del
conocimiento sea, sin sonar redundante, una construcción colectiva
(educador-educando).
III.
No obstante, el conocimiento y la pedagogía no se
encierran en las paredes del aula, sino que están en constante diálogo con la
realidad social que la rodea y estructura. De esta manera, educar para la democracia
debe ser en estricto sentido, educar para la irreverencia; que no es nada
distinto a educar para la crítica de lo existente.
El sujeto
de la democracia: El Pueblo
IV.
Como lo mencionamos hace un momento, Carlos Gaviria fue
ante todo un demócrata ejemplar, el cual siempre se atrevió a pensar y a soñar
en mundos distintos al que impera en la actualidad. Su modelo de sociedad
democrática, era una en la que se fuera más comunidad y menos sociedad civil
(al estilo del individualismo y utilitarismo depredador); una que se
caracterizara por ser “pensante, consciente y convivente”, en donde El Pueblo dejara de ser una masa “amorfa” condenada a la ignominia, y se erigiera más
bien en el sujeto colectivo constructor del bien-estar y del por-venir.
V.
Pero así como su ideal era claro, su método también era
contundente. El sujeto de la democracia se forja en la construcción misma de la
democracia. Es decir, a diferencia de los conservadores que predican que no es
posible pensar en una democracia plena mientras el pueblo no esté "preparado" para ella, Carlos Gaviria insistía en que no era posible "preparar" al pueblo
para la democracia cuando ésta era claramente ausente. En otras palabras, la
democracia como objeto no se desarrolla en ausencia del sujeto, o a la espera
del desarrollo de este último, sino que ambos, sujeto-objeto, hacen parte de
una relación indisoluble. La democracia avanza en la medida de que El Pueblo la
construye, y El Pueblo aprende y eleva sus niveles de consciencia, ilustración
y participación, en la medida de que forja la democracia.
La Falsa
Democracia o Democracia Morbosa
VI. Finalmente, Carlos Gaviria siempre fue irreductible en aseverar que
la democracia actual es una democracia falsa o morbosa. Su tesis partía de la
base de que en la sociedad capitalista no solo prima un modelo de economía de
mercado, sino que la sociedad ¡es en sí misma! una sociedad de mercado. Lo cual
implica, entre muchas otras cosas, que los privilegios siempre van a estar por
encima de los derechos (como pasa en Colombia); y una sociedad donde eso
ocurra, no tiene, en estricto sentido, una auténtica democracia.
VII.
Ciertamente, la acérrima crítica de Carlos Gaviria a la
realidad existente en nuestro país, no se consumó en el simple hecho de la
enunciación y la retórica, sino que siempre estuvo acompasada del trabajo
práctico y concreto. Práctica que tuvo como síntesis su activa y enérgica
militancia política en la izquierda colombiana. Es decir, para Carlos Gaviria
nunca pudo existir un ideal democrático y de justicia social que estuviese al
margen de un compromiso político de transformación. Para él, las utopías nunca
significaron horizontes ilusos, distantes e imposibles, sino por el contrario,
la esencia más humana de un porvenir de justicia que vale la pena labrar todos
los días de la vida.
¡Hasta siempre Maestro!
No comments:
Post a Comment