Sunday, May 24, 2015

7 tesis sobre un gran Maestro

In memóriam, Carlos Gaviria Díaz

7 tesis sobre un gran Maestro

El tributo más grande para Carlos Gaviria, es continuar con su legado de Justicia Social, Paz y Democracia.

Por: Juan Felipe González-Jácome.

Hace unas pocas semanas, falleció en la ciudad de Bogotá, el que era considerado uno de los más grandes juristas y maestros de nuestro país: Carlos Gaviria Díaz; quien no solamente primó por su grandeza teórica y académica, sino también, por su decida militancia en la izquierda colombiana. En otras palabras, Carlos Gaviria no solamente es la representación del emérito jurista y magistrado (lo que escasea por estos tiempos), sino que también, y primordialmente, es la síntesis de un hombre Demócrata y de Izquierda.

El 11 de marzo del presente año, Gaviria realizó su última conferencia académica en las instalaciones del Gimnasio Moderno de Bogotá. Allí, expuso una ponencia titulada “Educar para la democracia”, en donde, desde mi perspectiva, sintetizó gran parte de la apuesta teórica y política que construyó en el largo trasegar de su vida.

A manera de tesis, y bajo una pretensión de homenaje, quisiera presentar los puntos que, en mi entendido, revisten mayor relevancia en cuanto a la exposición que otrora el Maestro Gaviria realizara en el Gimnasio Moderno.

Educar para la democracia

       I.            Carlos Gaviria siempre fue ante todo un docente, dedicó poco más de 30 años a impartir clases universitarias en la Universidad de Antioquia, y siempre adujo que su más preciada labor era la de ser un maestro. Su afinidad por la filosofía liberal y laica, lo llevo a estudiar detenidamente a las grandes mentes del pensamiento liberal e ilustrado, desde la oración por la dignidad humana” de Pico della Mirándola, pasando por Rousseau, hasta la filosofía Kantiana que tanto admiraba. A partir de un sinnúmero de disertaciones, acogió la tesis de que para educar en la democracia era imprescindible educar en la autonomía. Tal como lo mencionara Rubén Jaramillo, “el meollo de la ilustración lo constituye la experiencia de la autonomía”, ya que es a partir de allí, donde el sujeto no solo avizora horizontes utópicos, sino que se pone en la brega de hacerlos realidad.

    II.            Así mismo, Gaviria fue a su vez un radical crítico de la pedagogía hegemónica en nuestro sistema educativo neoliberal. Para él, educar para la democracia, implicaba en primicia que el educador jamás perdiera su posición de educando, ya que como lo dijera Marx en su tesis III sobre Feuerbach: “el propio educador necesita ser (constantemente) educado”. Es así, como no solamente se predica partidario de una labor pedagógica profundamente dialéctica, sino que también encuentra fundamental que la construcción del conocimiento sea, sin sonar redundante, una construcción colectiva (educador-educando).

 III.            No obstante, el conocimiento y la pedagogía no se encierran en las paredes del aula, sino que están en constante diálogo con la realidad social que la rodea y estructura. De esta manera, educar para la democracia debe ser en estricto sentido, educar para la irreverencia; que no es nada distinto a educar para la crítica de lo existente.

El sujeto de la democracia: El Pueblo 

  IV.            Como lo mencionamos hace un momento, Carlos Gaviria fue ante todo un demócrata ejemplar, el cual siempre se atrevió a pensar y a soñar en mundos distintos al que impera en la actualidad. Su modelo de sociedad democrática, era una en la que se fuera más comunidad y menos sociedad civil (al estilo del individualismo y utilitarismo depredador); una que se caracterizara por ser “pensante, consciente y convivente”, en donde El Pueblo dejara de ser una masa “amorfa” condenada a la ignominia, y se erigiera más bien en el sujeto colectivo constructor del bien-estar y del por-venir.

     V.            Pero así como su ideal era claro, su método también era contundente. El sujeto de la democracia se forja en la construcción misma de la democracia. Es decir, a diferencia de los conservadores que predican que no es posible pensar en una democracia plena mientras el pueblo no esté "preparado" para ella, Carlos Gaviria insistía en que no era posible "preparar" al pueblo para la democracia cuando ésta era claramente ausente. En otras palabras, la democracia como objeto no se desarrolla en ausencia del sujeto, o a la espera del desarrollo de este último, sino que ambos, sujeto-objeto, hacen parte de una relación indisoluble. La democracia avanza en la medida de que El Pueblo la construye, y El Pueblo aprende y eleva sus niveles de consciencia, ilustración y participación, en la medida de que forja la democracia.

La Falsa Democracia o Democracia Morbosa

  VI.          Finalmente, Carlos Gaviria siempre fue irreductible en aseverar que la democracia actual es una democracia falsa o morbosa. Su tesis partía de la base de que en la sociedad capitalista no solo prima un modelo de economía de mercado, sino que la sociedad ¡es en sí misma! una sociedad de mercado. Lo cual implica, entre muchas otras cosas, que los privilegios siempre van a estar por encima de los derechos (como pasa en Colombia); y una sociedad donde eso ocurra, no tiene, en estricto sentido, una auténtica democracia.

VII.            Ciertamente, la acérrima crítica de Carlos Gaviria a la realidad existente en nuestro país, no se consumó en el simple hecho de la enunciación y la retórica, sino que siempre estuvo acompasada del trabajo práctico y concreto. Práctica que tuvo como síntesis su activa y enérgica militancia política en la izquierda colombiana. Es decir, para Carlos Gaviria nunca pudo existir un ideal democrático y de justicia social que estuviese al margen de un compromiso político de transformación. Para él, las utopías nunca significaron horizontes ilusos, distantes e imposibles, sino por el contrario, la esencia más humana de un porvenir de justicia que vale la pena labrar todos los días de la vida.

¡Hasta siempre Maestro!   




                      





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