“Mesianismo en tiempos de incertidumbre”
1. En
1989, Eric Hobsbawm publicó un libro titulado “Politics for a rational left”, el cual compilaba una serie de
textos que habían sido publicados en diversas revistas y medios académicos de Europa.
Su obra, que recogía brillantes disertaciones de variados temas políticos, se
erigía sobre la base de lo que el llamaría: la búsqueda de una “Izquierda
racional”… Que no era más que la capacidad de entrever que, en medio de la
incertidumbre histórica y de la barbarie generalizada, siempre habría cabida
para un proyecto transformador, emancipador y revolucionario. Su proyección
teorética y política, ponían sobre la mesa algo fundamental para la Izquierda, y
era que la capacidad de su acción histórica se encontraba en dos cuestiones
elementales: 1ro) en la capacidad de repensarse como espectro político y 2do)
en la capacidad de entender que su papel histórico era siempre un papel actual,
vigente y necesario… Así pues, -siguiendo en ello a Hobsbawm- es imposible
pensar en re-vitalizar un proyecto emancipador, si antes no asumimos la tarea
de encontrar sus proyecciones actuales. Es impensable reforzar el proyecto
político y humano de la Izquierda sino somos capaces de fortalecer su
perspectiva ideológica y de impulsar su accionar político. En otras palabras,
sino tenemos la certeza de definir su papel histórico para este siglo XXI…
2. En
esa medida, quisiera comenzar planteando una idea fundamental, y es la de que, a diferencia de la derecha, la Izquierda no
puede estudiar a la sociedad y a la realidad en los simples marcos de la
coyuntura, es decir, no puede ver la realidad solo bajo un método sincrónico, en
donde la historia se desenvuelve en los límites de una única, omnipresente y
fetichizada estructura social. No, la Izquierda no puede caer en esa burda
mediocridad, debe por el contrario analizar y estudiar la realidad y la
sociedad en doble vía: por un lado, en su forma estructural, y por otro lado, en
su historicidad. En otras palabras, debe ver en toda estructura social una
estructura histórica, una estructura que por más que presente equilibrios y
estabilidades, está sujeta a un desarrollo cambiante, está sujeta a procesos de
transformación. Pero también debe comprender que dichos procesos no son inanes,
sino que responden a la praxis social y política… A la praxis revolucionaria de
los hombres y de las mujeres.
3. Solo
entendiendo esta forma epistemológica de ver y percibir el mundo, es que la Izquierda
pude reafirmar su papel crítico. La Izquierda cumple en el mundo un papel
crítico-práctico, ya que es un espectro político profundamente inconforme con
nuestra realidad actual, hegemónica, en donde los privilegios priman sobre los
derechos, en donde la politiquería prima sobre la política, en donde la guerra
prima sobre la paz, y en donde la ganancia y el libre mercado priman sobre la
dignidad del ser humano. Pero esta crítica hacia esta denigrada realidad no
puede marginarse –como lo entendió el brillante pensador y revolucionario de
Tréveris-, de la crítica a las relaciones sociales que tienen cabida en una
sociedad de tipo capitalista. Unas relaciones en las que el ser humano solo
pude desplegar sus potencialidades, siempre y cuando estas se suscriban en los
marcos del valor económico abstracto en su incesante proceso de valorización,
es decir, en el marco de una libertad falsa, ilusoria y enajenada.
4. De
esta manera, la Izquierda está centrada en un punto histórico trascendental, en
donde es necesario la búsqueda de una alternativa, una alternativa a la
barbarie de la modernidad capitalista. Pero para ello, es necesario plantear
otro punto -que será el último que delimite en esta breve disertación-. Si la Izquierda
quiere entender su rol histórico, debe interiorizar algo elemental, y es que el
sujeto de cambio es y debe ser un sujeto plural y multifacético, mas no un
sujeto unidimensional y monolítico. Debemos, además de convocar a los diversos
movimientos sociales, nutrirnos de toda una tradición de pensamiento crítico y
radical latinoamericano, el cual, desde Mariátegui, reconoció en lo indígena,
lo afro, lo campesino y en general, en lo subalterno, formas maravillosas de
ver, entender y vivir el mundo. Esto último es indispensable para modelar un
proyecto emancipatorio y de cambio social, ya que lejos de hacernos caer en
romanticismos, potencializa el ser social, político y cultural de nuestros
pueblos.
5. Es
por esto, que si la Izquierda quiere comprender su papel histórico para este
siglo XXI, deberá asumir que el tiempo histórico es, -siguiendo en esto a
Walter Benjamin- un jetztzeit, que en
castellano traduciría un tiempo-ahora.
“Para Benjamin, jetztzeit no es una
noción descriptiva, sino más bien prescriptiva”. Es un llamado a la acción, a
la praxis, al cambio; pero es un llamado a la acción que se requiere ¡Ya!
¡Ahora mismo! Para Benjamin, la acción auténticamente revolucionaria es aquella
que no da espera, es aquella que no espera “el momento preciso”, sino que actúa
y se legitima en su accionar; un accionar ejemplar, humano, transformador,
utópico y mesiánico. Por ello, los que dicen que la sociedad no está lista para
la izquierda, para el cambio, para un nuevo mundo posible y necesario, se
equivocan. No existe, no ha existido, y no existirá el momento preciso.
6. De
esta manera, quisiera terminar parafraseando a Pedro Joel Reyes López en lo
siguiente: “así como en la tradición judía cualquier momento es bueno para la
llegada del Mesías, para la Izquierda cualquier momento será bueno para la
acción”. Y será el momento bueno no
porque la Izquierda tenga el don de la infalibilidad, sino porque será la única
capaz de accionar el freno de emergencia… El freno de ese tren que, -conducido
por la derecha- nos lleva ineludiblemente hacia la barbarie…
¡Ahora o nunca!
Por. Juan Felipe González Jácome
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